Como encargada de realizar las compras en mi hogar, siempre he encontrado que ir al mercado en lugar de ir al supermercado puede resultar (en algunos casos) más económico, puedo conseguir más cosas por menos, conozco a los que me están vendiendo y una de mis partes favoritas es, sobretodo, que tengo la oportunidad de «regatear».
Estamos acostumbrados a pensar que nunca hace falta la vendedora o el vendedor que quiere dar sus precios a un precio más elevado de lo que realmente cuesta (aún ya incluido el margen de ganancia) y a quien le ofrecemos menos de lo que nos pide, porque claramente sentimos que nos quieren engañar.
Sin embargo, desde el momento en el que decidí aventurarme a tener mi propia empresa y a comercializar productos, he podido aprender que cada centavo cuenta y que en efecto, la cultura del regate está impregnada en nuestra identidad como salvadoreños.
En lo personal, puedo confirmarles que el precio que fijamos a nuestros productos van acorde a lo que cuestan y a lo que buscamos obtener como ganancia (porque no somos un buen negocio si no obtenemos un beneficio) sin perjudicar al comprador. Es un poco frustrante trabajar duro en un artículo, completamente hecho a mano, con detalles únicos, piezas locales, entre otras características que son distintivas del producto final que se entrega y que al dar el precio siempre nos pregunten: ¿y cuánto es lo menos?
No se trata de intentar engañar al cliente, o sacarle más dinero solo porque sí. Para muchos, la venta de nuestros productos es el ingreso que paga colegiaturas, que lleva comida a la mesa, que compra medicamentos, que permite llevar a los niños a comer, que llena los tanques de gasolina… en fin, el sustento familiar y dar «descuentos» resulta en un golpe fuerte a la economía familiar.
De parte de By Karula, podemos confirmarles que nuestros precios van acorde a lo que cuesta producir nuestros accesorios y buscando ofrecerles un precio competitivo para la calidad única de cada producto que se llevan a casa.
Les invito a apoyar lo local y sobretodo a respetar el precio del artesano y del emprendedor que lejos de querer perjudicar, busca poder llevar el sustento diario a su hogar.